miércoles, 27 de julio de 2016

1. Kavafis



Konstantino Kavafis. En 1873, tres años después de la muerte de su padre, su familia se trasladó a Liverpool; ahí residió durante seis años, al cabo de los cuales regresó a Alejandría. En 1882 se refugió en Constantinopla y tres años después regresó a Alejandría. Fue corredor de la bolsa de Algodón; luego, trabajó en la Oficina de Riegos. Su tarea, en principio, fue copiar cartas a mano; de ahí pasó a ser el corrector de cartas copiadas por otros. A veces corregía la misma carta varias veces o llenaba su mesa de carpetas abiertas y de papeles para mostrarse sobrecargado de trabajo; al llegar la hora de salir, recogía todo y lo dejaba en su sitio.

A principios de la década de 1890 comenzó a entregarse a su obra y a publicar en revistas de Alejandría y de Atenas. Incluso, imprimía algunos en hojas sueltas; hasta confeccionó panfletos e impresos que distribuyó entre sus amigos y sus familiares. No se sentaba a escribir sus poemas de principio a fin; los trabajaba, algunos los dejaba madurar por años. 

Kavafis no nació poeta; se hizo poeta con el tiempo. En 1911 se convenció de que era poeta; encontró su singularidad y concibió un sistema de publicación basado en la selección metódica de su público. Combinaba hojas sueltas con folletos; engrosó así un corpus canónico que al final alcanzó 154 poemas. No se trata de una serie de poemas separados; es un único poema dinámico, creciente... Un poema poliédrico; erotismo, sensualidad, historia, memoria, otras vidas... y una conciencia aguda de su propósito artístico caracterizan su proyecto creativo

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Algunos aportes a la narrativa en la poesía de Kavafis 

La expresión "poesía narrativa" no se ajusta a la obra de este poeta griego. Sin embargo, a una persona que se dedica a cultivar la narrativa le conviene beber en sus poemas algunas particularidades de su estilo. Este breve comentario se limita a señalar algunas de ellas.

1. El poema "Casa con huerto" plantea un proceso descriptivo singular: la voz narradora, mediada por cierto ideal de objetividad, precisa su ser caracterizando un lugar en donde su sensibilidad educada entabla un diálogo con la naturaleza; identifica el mundo vegetal y el animal; establece sus preferencias, de esta forma da lugar a un sutil planteamiento simbólico. Un narrador del siglo xxi no puede omitir este vínculo poético entre los personajes de sus historias y los espacios concretos en que suceden.

2. "Lo oculto" y "Mar de la mañana" permiten pensar en dos dimensiones cruzadas en la situación de quien opta por la experiencia creativa como modo de vivir. El primero de estos poemas hace consciencia sobre el abismo que separa la vida corporal inmediata, con su experiencia sensorial, de la vida que el escritor realiza en su proyecto creativo. Establece, además, la enrarecida relación entre lo que es y lo que parece ser. "Mar de la mañana" ahonda ese problema; sin duda, se trata de un problema creativo fundamental: el poeta lo nombra pero es parte de la experiencia de todo aquel que se entrega a la creación como forma de vida, incluso si se trata de la creación científica. "Los sentidos nos confunden", diría Galileo en su momento. 

3. "Príamo, su viaje nocturno", "Ante la estatua de Endimión" y "Un recuerdo lejano" constituyen retos creativos habituales en narrativa. Hay una emotividad del personaje cuya forma se desarrolla en el sub-texto sensible que el autor progresivamente va depositando en su voz narradora. De esta manera, en la evocación de un cuerpo como hecho de pétalos de jazmines y ojos azul zafiro (¿cierto "Endimión"?) el recuerdo lejano condensa la tensión del hombre mayor (al igual que Príamo) que atesora la memoria de lo amado, desconociendo a la muerte, transgrediendo la memoria, burlando el tiempo. Así mismo lucha el narrador contra las fronteras del ser para dar forma autónoma a los personajes que sustentan el mundo que narra.




4. "Ítaca". No es de extrañar que sea este el poema más comentado, más recitado, más conocido de Kavafis. Cómo sustentar un proyecto de escritura sin contar con Odiseo, el inventor de la estratagema más eficaz de cualquier batalla. Y la batalla, en su orientación simbólica, se vuelve analogía de toda experiencia humana... Si lo que se quiere es pensar un personaje, conviene dialogar con él sobre lo que Ítaca significó para Ulises. Yo le leería a mis personajes este poema de Kavafis, y registraría con la precisión del científico en su laboratorio, uno a uno, todos sus gestos, todas sus reacciones.

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0. Sobre leer poemas: siete tesis de origen fenomenológico

Suscitando a Heidegger: “buscar el hablar del habla en lo hablado”

1. El poema, un hablado puroEn la vida corriente, lo hablado viene al oído como un hablar que sucedió en el pasado. "¿Qué fue lo que quiso decir?", se pregunta quien se da a entenderlo–Pero, cuando lo hablado es el poema, el empeño en entender resulta insuficiente. Quien "busca el hablar del habla" (lee) "en lo hablado" (el poema) –decía Heidegger –entra en contacto con un inusual "hablado puro".

2. Lo que habla en el poema es el habla mismoDe donde, la finalidad de leer el poema es alcanzar "el hablar del habla"; el lector del poema ha de permitir el advenimiento de ese hablar que "otorga morada" a lo que es esencial en los mortales. En el poema, lo humano habla; no consiste, entonces, el poema en la expresión de cierto ego efímero.

3. En el poema, el lenguaje es; y en su lectura, se acude a cierta transición del ser entre el plano de la fe y la más exaltada forma del pensarLeer el poema es cuestionarlo; como quien que dialoga sus interrogantes primordiales con cierto otro que los comparte en total plenitud.

4. Cuando lo humano habla la naturaleza poética de su lenguaje, la humanidad se vislumbra promesa del habla. En el poema, la expresión humana trasciende la representación o la exposición de lo real o lo irreal; en el poema el hablar conquista su carácter pictórico y simbólico.

5. El poeta es un alambre. Maleable se retuerce, a pesar suyo, y se aleja de sí; ya no se pertenece. Así, en tanto su habla discurre, el lenguaje, que ya se ha desligado de él, deviene pensamiento del lector. Esférico, espejo infinito; el poema resulta reflejo dinámico de rostros innumerables.

6. El lector de un poema se sustrae de la inercia inmóvil del presente discreto; entra al presente límite en la continuidad que articula lo que fue con lo que será. No consume entretenimientono asiste a un espectáculo obsceno, morboso; eterno, actualiza lo hablado, lo transforma, lo apropia, lo recrea. 

7. Es el dilema de HamletLector de poemas y consumidor existen de maneras divergentes: la humanidad prometida por el habla o el vago placer de cierta presencia que se agota en una valoración externa, cualquier calificativo insustancial (lectura en vano; verbigracia: "¡Qué lindo!"). 

Las pequeñas colecciones de poemas que darán contenido a las próximas entradas se leerán teniendo en mente las tesis aquí expuestas. Se compilarán poemas en los que de alguna manera el carácter pictórico o el carácter simbólico del lenguaje permita pensar en procedimientos o problemas técnicos que también se manifiestan en el contexto de las formas narrativas.

La lectura en clave fenomenológica no da cuenta de importantes factores sociológicos fundamentales en el valor estético de cualquier pieza artística; pero no es ese el sentido crítico que se quiere desarrollar en el proyecto de este blog.

Referencias:

Heidegger. "El habla". En: De camino al habla. Barcelona: Ediciones del Serbal, 1990.


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